En una ciudad con cafés tan bonitos, tener el honor de ser el más embemático no es poca cosa.
Ubicado en el precioso edificio de la Galeria Ferstel y con mas de 150 años de presencia en esta monumental ciudad.
Es uno de los referentes de Viena tanto para los turistas con para los locales de gusto refinado que frecuentan esta joya de la hostelería austriaca presidida por los cuadros de Sissi Emperatriz y Francisco Jose de Austria.
Sus columnas y la decoración del interior nos transportan a la época imperial lo que acompañado de la música de piano en directo termina por rematar una atmósfera muy difícil de igualar.
No se puede estar en Viena y no ir. Un clásico total por el que han pasado los más ilustres personajes.
Pastelería excepcional. Precios razonables. Quizás, como todo lo que se convierte en atracción turística, demasiado visitado, pero se accede rápido a una mesa, aún así y la atención sigue siendo atenta.
Es un lugar histórico donde puedes comer sin tener que hipotecar la casa. Por dentro es espectacular, la decoración y el ambiente son partes fundamentales de la experiencia. El servicio es rápido y agradable.
La comida es muy aceptable, pero las tartas y postres que tienen expuestas son una maravilla. Dicen que se disputaban la autoría de la tarta Sacher precisamente con el Hotel Sacher (está claro quién ganó).
Recorriendo cafés históricos
Para los amantes de los cafés históricos, recomendamos el New York de Budapest y el Café Gerbeaud. En Roma el Café Greco y en Lisboa el Café Nicola.
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